Todos hemos picado alguna vez, y después de pagar un precio exagerado, al ratio el globo salía volando, dejando la cara de nuestos hijos llena de lágrimas, mientras que ellos se acercan para ofrecer de nuevo el globito (de los cojones). Se conocen casos de padres que han comprando hasta tres globos seguidos.
Pues bueno, os muestro la venganza, su propia medicina, que no soluciona nada, pero consuela.